jueves, octubre 18

xxx... Los 25 años del cine porno

POR: JUAN CARLOS MARTÍNEZ


"- Aah, aah... aah"
Seka en Inside Seka, 1980

Hace exactamente 25 años que se filmó y estrenó en Estados Unidos Garganta profunda (Deep throat, Gerard Damiano, 1972), una de las películas más audaces y provocativas del cine. La película, catalogada con todo derecho como pornográfica, causó una revolución, ya que hasta ese momento solo se veían en las salas comerciales algunos filmes en donde los actores simulaban fornicar. En Garganta profunda, el acto sexual se presentaba «a calzón quitado».

No fue una película aislada. Es más, muchos otros directores comenzaron a hacer lo mismo por una razón más que importante: era rentable. Ante la proliferación de estas películas, y a fin de no dañar la susceptibilidad del público, se procedió a clasificarlas, diferenciando aquéllas en las que se simulaba la relación sexual (llamadas softcore), de los filmes en donde los actores lo hacían de a de veras (llamadas hardcore). De igual modo, se procedió a una clasificación de los consumidores: a los de soft se les llamó espectadores pornos y a los de hard, aguantados. Posteriormente, el soft fue absorbido por el cine erótico y el hardcore adoptó el nombre de cine pornográfico, que es como la conocemos ahora.

El director de Garganta profunda fue Gerard Damiano, un inmigrante italiano que es considerado con justa razón el padre del cine pornográfico, no solo porque realizó esta película, sino porque dentro de su filmografía se pueden encontrar verdaderos clásicos que ahora son filmes de culto. Ahí está por ejemplo El diablo en el cuerpo de la señorita Jones (The devil in miss Jones, Gerard Damiano, 1973), de la que se ha hecho hasta una quinta versión; una película que muestra la postura filosófica acerca del vivir: la vida no solo es sufrimiento, sino que hay que pecar con gusto porque al final Dios te va a perdonar. Damiano también filma Memorias con la señorita Aggie (Memories within Miss Aggie, Gerard Damiano, 1974), que no fue muy bien recibida debido a la escasez de escenas de sexo.

Aunque le duela a algunos críticos, el porno es un género que tiene su historia y sus propios planteamientos visuales y argumentales. Hace algunos años, nadie se atrevía a escribir sobre estas películas, a menos que se trataran de condenatorias o insultos. Ahora se han escrito libros completos sobre el género, e incluso algunos de ellos se pueden conseguir en Lima.

El planteamiento visual del cine porno es muy parecido al del documental científico: una cámara que quiere captar todo el proceso de la relación sexual con muchos primeros planos (llamados medical shots). Muestra el rostro excitado, el cuerpo, la penetración y la eyaculación (que por cierto, nunca se realiza en la vagina, ya que no se vería).

Los argumentos por lo general son simples: una persona o una pareja infeliz conoce a otras personas, y empiezan a tirar una con otra, hasta que finalizan en una orgía gigantesca, en donde todos los que intervinieron en el film comparten sus deseos sexuales. Incluso, en algunas películas, el mismo director y sus técnicos entran al ruedo.

En los inicios del cine porno (aproximadamente hacia 1910), las mujeres que participaban en estos filmes eran regordetas, toscas y feas, parecidas a algunas de las putas baratas de 10 lucas que encontramos en el centro. Ahora, son mujeres muy atractivas y de buen cuerpo.

En el Perú también se produce pornografía, pero se trabaja en vídeo debido a su bajo costo. Se producen más vídeos gays que heterosexuales. Estos últimos los puedes conseguir (o los podías), en Emancipación y Polvos Azules. Las primeras, en algún vídeo rent especializado. Como son caletas, algunos se promocionan con fotos de la filmación. Por lo general, los actores salen encapuchados o usando anteojos negros, pero según los consumidores porno que han visto estos vídeos peruanos, «no pasa nada, las tipas cachan mal, son gordas y no se ve ni mierda».

Ya son 25 años de la aparición comercial de este género cinematográfico. 25 años y ya está en su vejez. Se hace poco cine debido al auge del vídeo y a la posibilidad que brinda de recuperar la inversión. Sin embargo, el paso al vídeo trae consigo un mayor descuido visual y un argumento cada vez más inexistente. Es como si estuviéramos ante un trabajo de aficionados.

Sería injusto terminar este artículo sin nombrar a los personajes que consolidaron la industria del porno: los hermanos Mitchell, Linda Lovelace, Georgina Spelvin, Marylin Chambers, John Holmes, la Cicciolina, John Leslie, entre otros. La mayoría de ellos murieron alcohólicos, drogadictos o victimados por el Sida. Lo cierto es que accedieron a una cantidad de público que muchos actores o directores quisieran tener.



CLÁSICO DE CLÁSICOS

Deep throat (Garganta profunda)
Director: Gerard Damiano, 1972
Actores: Linda Lovelace, Dolly Sharp y Harry Reems, entre otros.


Linda tiene una gran frustración: nunca ha tenido placer sexual en sus relaciones, a pesar de que Helen, su mejor amiga, le consigue hombres por doquier. Ante esta preocupación, Linda recurre al doctor Young, quien descrubre que su clítoris se encuentra en la garganta. El resto de la historia es obvia.
El equipo de rodaje, conformado por diez personas, filmó esta película en seis días, con un costo de 20 mil dólares.




FILMOGRAFÍA BÁSICA
Las películas que no pueden faltar en cualquier videoteca decente:


Devil in miss Jones
(Gerard Damiano, 1972)




Behind the green door
(Artie Mitchell y Jim Mitchell, 1972)




Flesh Gordon
(Howard Ziehm y Michael Benveniste, 1974)




Alice in wonderland
(Bud Townsend, 1976)




Debbie does Dallas
(Jim Clark, 1978)




Taboo
(Kirdy Stevens, 1980)




Cafe flesh
(Rinse Dream, 1982)

Éxtasis coyuntural

POR: CÉSAR PITA DUEÑAS


"Jarra de sangría con compañía: 20 soles". Extraño cartel colgado en la roja pared del bar Éxtasis, ubicado en el jirón Quilca, otrora refugio de intelectuales nocturnos, bohemios disfrazados y mañosos carretones. Pero esa noche, el inconfundible tarifario no ocupaba su sitial de honor.

"Oye, hermanito, ¿qué grupo está tocando?". El inconfundible olor de extraños brebajes mezclados al azar con una dosis de mal aliento natural llegó hasta mi rostro. Acostumbrado a estos inconvenientes respondí: "No sé, loquito. Creo que es un grupo nuevo". "Pues no pasa nada, hermano", me dijo a la par que se reunía con su gente.

Esa noche, la gente del Condorock se había adueñado del local, y a pesar de que el respetable celebraba los punzantes riff de guitarra y el calculado slapping del bajo con el desenfreno del pogo, los buscadores de experiencias límite resintieron la pérdida de esa cualidad de hueco marginal y claustrofóbico propio del local de marras. Y es que Éxtasis nació con el estigma de lo prohibido. Después de hora, los parroquianos se ligan a cuanta habitanta haya diseminada en el lugar. A mitad de camino entre las mesas y el baño está el bar. Frente a él, y pese a la oscuridad, se observa un amplio espacio en el que los más avezados las sacan a bailar algún bolero cantinero o alguna salsa sabrosona.

Encubiertas por las sombras se deslizan las verdaderas dueñas del local que dejan en claro cuáles son sus funciones con una cruzada de piernas más que impostada o una sonrisa que evidencia alguna caries mal curada o alguna cavidad antiestética.

Pero lo más curioso de todo es esa mezcla de intelectualidad urbana y ruquerío pecaminoso que impregna el lugar. Afiches que hacen mención de conciertos, obras de teatro, publicaciones literarias y otras actividades culturosas, comparten espacio con pósters de Lita Ford y el emblemático cartel que mencionamos al principio. Ecos de la nueva modernidad que se vive en el Centro de Lima.

CODA: Qué pena. Salí un poco decepcionado por el cambio de ambiente, pero a la vez satisfecho de la recarga visceral que había experimentado con la música. Mejor vuelvo otro día. Total, con 20 lucas es suficiente. Aunque para llegar al éxtasis, hay que pagar otro precio.

RECUADRO PUBLICADO EN APÉNDICE DE BORK 4 (mayo de 1999): Nos jode que el Bar Éxtasis, uno de los lugares claves en la historia del Apéndice de Bork, haya cerrado sus puertas. La recesión no perdona. Es lo que suponemos que pasó. Ahora hay más trabajadoras en la calle. El Éxtasis fue la placenta del Apéndice.

Henry Miller: el cerdo y la nada

POR: JAIME RODRÍGUEZ

"No es difícil estar solo si eres pobre y fracasado. Un artista siempre está solo... si es un artista. El artista, así me llamo. Así sea. Una magnífica siesta que me ha puesto terciopelo entre las venas esta tarde".
Henry Miller


El automarginado es ante todo un egoísta. Es una de las personalidades más soberbias y más solitarias que existen. Se complace en el deseo, o mejor dicho, en desear, ya que está seguro de que nunca alcanzará sus fines. La contemplación, y luego la acción, el deseo se traduce en experiencia. El resto es previsible. Convidados estamos a la profanación de los lugares santos, a la consecución del instinto, preside el honorable Henry Miller.

Conoces al viejo. Vivió en el París de los '30. Escribió Trópico de cáncer, la novela que siempre quisiste leer pero no quiso tu abuelita, o la constitución política del perú o una de esas cosas. Te habrán contado que era un tipo obsceno, vulgar. ¿Es un marginal, un tipo particular de militante? Y claro, podrías decirme que no te venga con esos arcaísmos de marginalidad o militancia que suenan a lucha generacional nuevaolera. Pero... vamos. Confiesa que tú también te diste tu encerrona en la oscura habitación que llamas "tu punto de vista". Conoces a Henry. Le gustaba hacer observaciones casi ginecológicas sobre el sexo femenino, manejar su bicicleta o ver películas de Buñuel. Habrás escuchado por ahí que nadie escribió tanto sobre sí mismo, pero no te confíes. Pretender identificarlo con el "yo" de sus novelas es olvidar que toda obra artística necesita un autor, y un autor es un intelecto, una voluntad creadora y organizadora que puede usar como material la propia vida para algo que, sin embargo, nunca será la vida.

El desarraigo precede a toda creación monumental. Pero sucede que el desarraigado siente en su constante lucha por aproximarse a sí mismo el deseo irrefrenable de experimentar otras culturas, otros lenguajes. La experiencia es a un espíritu contemplativo lo que las pulsaciones en la cuerda de una guitarra: de ella podemos esperar una dulce melodía o una ópera salvaje. La vida después de la guerra, la vida esperando la guerra, y Henry ahí con sus cinco dólares en el bolsillo y millones de cartas vomitadas por unas manos incansables.

Sus novelas son el relato de su reencuentro festivo con el cosmos. El cuerpo es la representación de lo divino, y lo divino merece profanarse. Los dioses están de juerga. Es el ciclo de la vida y de la muerte, la constante regeneración fluctuante entre los trópicos... nada mal para un hijo de sastre que creció en el New York pre-metropolitano.

¿El factor Freud? ¿Que eres un abanderado de la causa y el efecto? La verborragia de sus obras acaso pueda entenderse como catarsis o una especie de terapia megalomaníaca. Ciorán dice: "quien vive en el espanto, acaba en la ferocidad". ¿Puedes ver al pequeño Henry correteando entre los casi tugurizados barrios irlandeses de Brooklyn? ¿Al adolescente ayudante de sastre, al joven jefe de personal de la oficina de telégrafos debatiéndose en una Pesadilla de Aire Acondicionado, toda la emprendedora y progresista sociedad norteamericana sacudiendo sus depresiones y traumas?

Así que bienvenido al medioevo. Cazar o morir. Matemos a sus niños y violemos a sus mujeres... siempre nos quedará París. Allí llegó en 1931, solo, aunque luego June, esa lobezna, se reuniría con él para completar la fiesta. Y la fiesta la hicieron en grande: June, Anaís Nin y una caterva de ebrios, poetas, pintores, fotógrafos y similares, como muchos que yo conozco y tú también. Era lo que le gustaba. Asumió la literatura como un compromiso: yo creo-tú lees. Ambos sabemos que se trata de una joda, de una lucha implacable contra el hastío. No hay obscenidad en eso.

O quizás sí hay una obscenidad total. La peor de todas. La que nos enfrenta a la verdad de nuestro orígen: el instante en que lo divino y lo corpóreo son una sola existencia, un canto liberador. Henry, estamos cantando.


BIBLIOGRAFÍA

Pocos autores son tan prolíficos como Henry Miller. De su vasta bibliografía, hemos extraído diez títulos claves, para ustedes, público culto y sensible. Que la noche os sea propicia...
  • The Cosmological Eye (1939)
  • Tropic of Cancer (1940)
  • The Air-Conditioned Nightmare (1945)
  • Tropic of Capricorn (1945)
  • Black Spring (1945)
  • Sexus (1949)
  • Plexus (1956)
  • Pornography and Obscenity (1958)
  • Nexus (1960)
  • Henry Miller: Letters to Anaís Nin (1965)

RÓMPETE EL OJO

Henry Miller en Nueva York




Monólogo de Henry Miller en el baño