jueves, octubre 18

Henry Miller: el cerdo y la nada

POR: JAIME RODRÍGUEZ

"No es difícil estar solo si eres pobre y fracasado. Un artista siempre está solo... si es un artista. El artista, así me llamo. Así sea. Una magnífica siesta que me ha puesto terciopelo entre las venas esta tarde".
Henry Miller


El automarginado es ante todo un egoísta. Es una de las personalidades más soberbias y más solitarias que existen. Se complace en el deseo, o mejor dicho, en desear, ya que está seguro de que nunca alcanzará sus fines. La contemplación, y luego la acción, el deseo se traduce en experiencia. El resto es previsible. Convidados estamos a la profanación de los lugares santos, a la consecución del instinto, preside el honorable Henry Miller.

Conoces al viejo. Vivió en el París de los '30. Escribió Trópico de cáncer, la novela que siempre quisiste leer pero no quiso tu abuelita, o la constitución política del perú o una de esas cosas. Te habrán contado que era un tipo obsceno, vulgar. ¿Es un marginal, un tipo particular de militante? Y claro, podrías decirme que no te venga con esos arcaísmos de marginalidad o militancia que suenan a lucha generacional nuevaolera. Pero... vamos. Confiesa que tú también te diste tu encerrona en la oscura habitación que llamas "tu punto de vista". Conoces a Henry. Le gustaba hacer observaciones casi ginecológicas sobre el sexo femenino, manejar su bicicleta o ver películas de Buñuel. Habrás escuchado por ahí que nadie escribió tanto sobre sí mismo, pero no te confíes. Pretender identificarlo con el "yo" de sus novelas es olvidar que toda obra artística necesita un autor, y un autor es un intelecto, una voluntad creadora y organizadora que puede usar como material la propia vida para algo que, sin embargo, nunca será la vida.

El desarraigo precede a toda creación monumental. Pero sucede que el desarraigado siente en su constante lucha por aproximarse a sí mismo el deseo irrefrenable de experimentar otras culturas, otros lenguajes. La experiencia es a un espíritu contemplativo lo que las pulsaciones en la cuerda de una guitarra: de ella podemos esperar una dulce melodía o una ópera salvaje. La vida después de la guerra, la vida esperando la guerra, y Henry ahí con sus cinco dólares en el bolsillo y millones de cartas vomitadas por unas manos incansables.

Sus novelas son el relato de su reencuentro festivo con el cosmos. El cuerpo es la representación de lo divino, y lo divino merece profanarse. Los dioses están de juerga. Es el ciclo de la vida y de la muerte, la constante regeneración fluctuante entre los trópicos... nada mal para un hijo de sastre que creció en el New York pre-metropolitano.

¿El factor Freud? ¿Que eres un abanderado de la causa y el efecto? La verborragia de sus obras acaso pueda entenderse como catarsis o una especie de terapia megalomaníaca. Ciorán dice: "quien vive en el espanto, acaba en la ferocidad". ¿Puedes ver al pequeño Henry correteando entre los casi tugurizados barrios irlandeses de Brooklyn? ¿Al adolescente ayudante de sastre, al joven jefe de personal de la oficina de telégrafos debatiéndose en una Pesadilla de Aire Acondicionado, toda la emprendedora y progresista sociedad norteamericana sacudiendo sus depresiones y traumas?

Así que bienvenido al medioevo. Cazar o morir. Matemos a sus niños y violemos a sus mujeres... siempre nos quedará París. Allí llegó en 1931, solo, aunque luego June, esa lobezna, se reuniría con él para completar la fiesta. Y la fiesta la hicieron en grande: June, Anaís Nin y una caterva de ebrios, poetas, pintores, fotógrafos y similares, como muchos que yo conozco y tú también. Era lo que le gustaba. Asumió la literatura como un compromiso: yo creo-tú lees. Ambos sabemos que se trata de una joda, de una lucha implacable contra el hastío. No hay obscenidad en eso.

O quizás sí hay una obscenidad total. La peor de todas. La que nos enfrenta a la verdad de nuestro orígen: el instante en que lo divino y lo corpóreo son una sola existencia, un canto liberador. Henry, estamos cantando.


BIBLIOGRAFÍA

Pocos autores son tan prolíficos como Henry Miller. De su vasta bibliografía, hemos extraído diez títulos claves, para ustedes, público culto y sensible. Que la noche os sea propicia...
  • The Cosmological Eye (1939)
  • Tropic of Cancer (1940)
  • The Air-Conditioned Nightmare (1945)
  • Tropic of Capricorn (1945)
  • Black Spring (1945)
  • Sexus (1949)
  • Plexus (1956)
  • Pornography and Obscenity (1958)
  • Nexus (1960)
  • Henry Miller: Letters to Anaís Nin (1965)

RÓMPETE EL OJO

Henry Miller en Nueva York




Monólogo de Henry Miller en el baño

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