jueves, septiembre 20

Retrato escrito de Alberto Schommer

POR: JUAN CARLOS MARTÍNEZ

"Soy un clásico en la vanguardia"
Alberto Schommer

¿Se imaginan retratar a un obispo levitando o ver una fotografía en tercera dimensión? Pues bien, todas estas imágenes salen de las neuronas de Alberto Schommer, uno de los fotógrafos más geniales -entiéndase genialidad como locura- de fines del siglo XX.

La historia de Schommer empieza en 1928 cuando, saliendo del cuerpo de su madre, vio por primera vez la luz y supo que lo suyo era lo visual. Pero no es que le saliera así porque sí, sino que le vino de familia. Su padre era un conocido fotógrafo de retratos en Victoria (España), lugar donde nació. Así que, con el talento heredado, marchó a Alemania para estudiar este arte.

De regreso a España decide probarse en la pintura y el cine y dirige algunos cortometrajes. En esta época, el aún poco conocido Alberto Schommer se dedica también a tomar fotos que, en su conjunto, son una visión casi documentalista de su entorno (y bueno, así empezamos todos). Pero la historia cambia cuando a mediados de la década del 70 es invitado para fotografiar a un buen números de personajes. Es ahí donde nace su serie Retratos psicológicos que, como su nombre lo indica, es una serie de retratos vistos de forma distinta.

Pero la historia de cómo nacieron estas obras parte de la actitud rebelde de este señor (esa misma actitud rebelde que le nace a un niño que no quiere tomar su sopa). Resulta que su buen amigo Luis María Anson le propone hacer justamente una serie de retratos a mujeres bellas de la época, como se hacía en ese entonces, pero Schommer dice NO, y más bien le contrapropone retratar a personajes públicos de España. Es así que ante su lente posan curas, políticos, escritores, filósofos, cineastas, pintores, entre otros, y a todos los retrata sin ninguna solemnidad. Schommer sabe muy bien que su arma es su cámara fotográfica y ninguno de sus retratados son inmunes a él.

El éxito de los retratos psicológicos es impresionante. Y es que éstos tienen un valor político y un valor artístico. A nivel político debemos recordar que nos situamos a fines de la época del franquismo, y estos retratos significan una crítica dura a los líderes de este tiempo, los mismos que posan como modelos, con maquillajes, vestuarios, decorados y en actitudes insólitas. Schommer dice: "Me di cuenta de que tenía en mis manos un poder terrible... yo tenía que hacer algo que fuera una crítica para unos y algo críptico para otros". Pero, además, los retratos psicológicos son de por sí una obra de arte ya que Schommer logra juntar con genialidad sus tres amores artísticos: la pintura, el cine y la fotografía. Este estilo se vería luego en otras series como La iglesia española en Levitación o La erótica del flamenco.

De por sí, al ver estas fotos se nos da una clase maestra de cómo hacer buenos retratos y de cómo trasmitir mensajes subliminales en una foto. Pero ya hemos dicho que Schommer es un viejo caprichoso, así que al conseguir la fama con sus retratos decide nunca más hacerlo ya que, según él, lo estaban encasillando, y un artista (y es por eso que lo admiramos) no debe aferrarse a un estilo.

Cuenta la historia que un día retrataba a otro caprichoso: Antoni Tapiés. Él se rehusó a posar como se lo pidió Schommer, y se quedó sentado en el suelo con los botes de pintura. Schommer reveló el material y vio que ahí no había nada. Amargo y con sed de venganza arrugó un papel y lo puso debajo de la ampliadora, la prendió y dijo: "te vas a enterrar". Al dejar el papel sobre el revelador vio cómo se dibujaba poco a poco el rostro de Tapiés en el papel arrugado, manchado y rayado. A Schommer le gustó, hizo suya la técnica e inició la serie Cascografías, la que intenta darle una tercera dimensión a la fotografía. Estas cascografías son fotos de gran dimensión donde retrata seres humanos.

En el año 1998, Schommer se convirtió en el primer fotógrafo que ingresó a la Academia de Bellas Artes de San Fernando. En su discurso se mandó un rollazo sobre la dejadez de algunos promotores culturales que no le dan el mismo rango a la fotografía que a las demás artes clásicas como la pintura y la escultura. Ese mismo año, sus fotografías iniciaron una gira por varios países que incluyó al Perú, donde se vio un resumen bastante apretado (fueron un poco más de 100 fotografías) de toda su obra, la misma que cumplía más de 40 años. Pero el afán innovador está en las venas del fotógrafo. Es por eso que no huye de las nuevas tecnologias y por eso ha empezado a investigar la tecnología digital. ¿Qué nos traerá ahora?

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